"La arena vale para más cosas que hacer castillos"
En el año 1989 (Ha llovido ya) Jordan Mechner se propuso sacar un juego diferente, rompedor y bello, sobre todo bello. Así nació el primer Prince of Persia, la recreación personal de Mechner del cuento de las 1001 Noches. 14 años mas tarde, en 2003, Ubisoft se propuso resucitar la saga y devolverle su antigua magia. Y lo consiguió.
Con esa pretensión nació "Las Arenas del Tiempo", la de devolvernos al Oriente mas mágico de la mano del Príncipe (el hijo de Rey Sharaman de Persia).
Nos encontramos en el Siglo IX, en la campaña de las Indias. El joven vástago quiere impresionar a su padre y para ello, roba de la cámara del tesoro del Marahá indio una daga mágica, junto a un reloj con las "arenas del tiempo". El Príncipe, engañado por el Visir de su padre, libera las "Arenas" al introducir la daga en el reloj que las contiene. Las arenas arrasan todo el reino convirtiendo a todos los hombres que lo pueblan en seres semidemoníacos poseidos por las arenas. Sólo se salva el Príncipe (por poseer la daga), hasta su padre es convertido. A partir de aquí, la labor del Príncipe será la de intentar recuperar las arenas para volver a contenerlas. El sistema es "simple": Tras debilitar a los enemigos, el Príncipe tiene que clavar la daga en sus cuerpos para absorber las arenas que los dominan.
Y aquí comienza el festival. El Príncipe presenta un abanico de movimientos y acrobacias dignas del mejor acróbata circense, con las que será capaz de escaparse de ataques, luchar con múltiples enemigos simultáneos, desplazarse corriendo por una pared por un corto espacio de tiempo o alcanzar los salientes mas alejados. Sin embargo, lo mejor llega cuando el Príncipe descubre el verdadero poder de la Daga: poder manejar el tiempo a su antojo. De esta forma, el Príncipe puede literalmente parar el tiempo para arrasar a un gran grupo de enemigos, o volver a repetir una acción errónea rebobinando el tiempo (siempre que se disponga de la arena suficiente en el depósito de la Daga). Esto dota al jugador de un amplio abanico de posibilidades y de un relativo colchón de seguridad si un salto sale mal, o un enemigo le da un mal golpe.
A nivel gráfico el juego es precioso. Los escenarios son bellísimos, presentando un palacio enorme, brillantemente iluminado. Unos protagonistas bien modelados y una variedad de enemigos suficientes. El único punto negativo es que la PS2 no parecía poder dar mas de sí (aunque en las dos entregas posteriores se vio una gran mejora gráfica, algo impensable en 2003). Las escenas de video son sensacionales, no hace falta decir mas.
En el aspecto sonoro el juego destaca, sobre todo por las bellas melodías y por los magníficos diálogos con los que la historia se desarrolla. El juego es lo suficientemente largo y adictivo como para que den ganas de llegar al final y jugarlo de nuevo. Los jugadores mas acérrimos y experimentados, serán capaces además de descubrir un secreto muy importante: La versión original del Prince of Persia del 89, un regalo sólo para los más aventureros.
En conclusión, el Príncipe volvió después de mucho tiempo de silencio y de muchas expectativas creadas alrededor de su desarrollo. Demostró que el tiempo que estuvo en la sombra valió la pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario