viernes, 14 de enero de 2011

PaperBoy

7/10
"¡Intenta no darle a las ventanas!"
La imagen del repartidor de periódicos es bien conocida y se trata de un estereotipo muy recurrente en las películas norteamericanas. Es rara la película de corte familiar, o comedias, etc. en la que el personaje de turno no aparezca en el porche de su casa, un domingo por la mañana, con la taza de café en la mano, bata y pantuflas esperando a que el amable chico de los periódicos le lance su ejemplar.

Pues bien, Atari inicialmente en las recreativas en 1984 y más tarde (en 1988) en Sega Master Sistem , nos proponen que seamos nosotros los que repartamos los periódicos una semana completa... siempre que no muramos en el intento. Y es que existen calles y calles y esta es de las peores. Una calle plagada de obstáculos, vecinos descontentos, niños jugando, coches cruzando y otras trabas algo más... inverosímiles como enjambres de abejas o monstruos de las alcantarillas.

El apartado gráfico es bastante simple, pero dado el año y la plataforma, es algo relativamente normal. Es cierto que para la consola de SEGA no es de lo mejor del catálogo ya que juegos como Sonic lo superan con creces. El juego nos presenta una calle en perspectiva (al estilo de los juegos deportivos de la época) con casas en el margen izquierdo. Unas casas variadas, con multitud de detalles y con los suscriptores esperando su periódico y dos paletas de colores distintas: unas casas plagadas de color y vida para los suscriptores y unas tétricas, oscuras y deprimentes para los no suscriptores. Simple pero eficaz.

El sonido nos regala una melodía pegadiza pero algo repetitiva que nos acompaña durante nuestras peripecias semanales al manillar de nuestra inseparable bici, aparte de los sonidos propios de la calle como chirridos de coches y cláxons, el ruido de los frenos de la bici, la gente de la calle...

El apartado jugable es simple, pero completar la semana es una tarea harto complicada sin perder las vidas ni a los suscriptores. El juego tiene tres niveles de dificultad que se reflejan en la cantidad de casas y los obstáculos que nos encontraremos en ella. El manejo del chaval es simple, la bici se mueve automáticamente hacia delante, lo que hace que no podamos detenernos en ningún momento durante el avance de la pantalla, lo que dependerá de nosotros será la dirección de la bicicleta para esquivar los obstáculos y la capacidad para acelerar las pedaladas del ciclista. A lo largo de la calle existen multitud de obstáculos como coches, breakdancers, suscriptores enfadados que te persiguen... Al principio se nos presenta un mapa de la calle con las casas suscritas y las que no lo están. El objetivo es lanzar el periódico a los suscriptores y obviar a los que no lo son, o bien lanzarles periódicos para romperles las ventanas (da puntos) y vengarnos. El dañar la casa de un suscriptor o no dejarle el periódico de la mañana hará que perdamos su suscripción. Al llegar al final de la calle hay una zona de entrenamiento que, si la completamos, nos otorga una serie de puntos extra.

El juego es relativamente simple y puede parecer corto, pero completar los tres niveles de dificultad (son 7 fases, una por día de la semana, para cada nivel) sin caer en el intento e intentar hacerlo perfecto, es una tarea compleja y adictiva. 

Una mirada al pasado siempre nos lleva a recordar juegos como este, simples, divertidos, en los que la era de la potencia gráfica aún no había llegado, las palabras hardcore, sandbox o HDMI eran un sueño y lo que primaba era la diversión directa y adictiva. Tiempos fáciles.

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